miércoles, 16 de junio de 2010

"Que dura eres Guatemala"



En su novela corta “Ataúdes tallados a mano”, Truman Capote describe a un asesino en serie, como a una persona que a sangre fría comete una serie de asesinatos contra pobladores del oeste estadounidense; si lo anterior lo comparo con la situación guatemalteca, creo que el asesino en serie se queda corto con los asesinatos masivos que suceden a diario en nuestro país. Triste pero cierto, así se pinta la situación del día a día.

Según las estadísticas en Guatemala mueren 17 personas al día, en algunos casos la gente es descuartizada. Y los medios de comunicación y la gente lo mira como algo “común” en nuestra sociedad. Hasta se llegan a comentar sentencias como estas: “en algo estaba metido”, para darle fin al asunto.

Tal como decía José Manuel Arce en su poema “yo no quisiera ser de aquí”, así nos pasa a muchos guatemaltecos y guatemaltecas; todos los acontecimientos en nuestro país: muertes, violencia, impunidad, injusticia, son el pan de cada día, y nos duele.

Guatemala vive días terribles, lo ha vivido durante siglos. Desde su invasión se ha mantenido a cuenta gotas la estrategia del uso de la violencia como forma del mantenimiento del estado actual de las cosas o status quo.

Hoy 4 cabezas aparecen en la ciudad al mejor estilo del cuento de Augusto Monterroso Mr. Taylor y me recuerda que los asesinatos son un negocio del crimen. Las cabezas han aparecido en distintos sectores de la ciudad, ¿y la sociedad? apagada, es el juego en que hemos caído todos y todas, el conformismo y la enervación del sentido humano.

¿Qué hacer?, hay muchas preguntas y pocas respuestas para esta situación, esta coyuntura tiene sus raíces en el sistema estructural, no hay otra alternativa que cambiar esto, no podemos seguir esperando a que los que están en el poder cambien esto; debemos actuar, debemos reenfocar nuestras energías.

¿Qué será nuestro país dentro de 50 o 100 años?, vamos a contracorriente y el fin es un Estado salvaje al que todos y todas hemos contribuido, en el que todos nos hemos devorado como caníbales. Nos estamos comiendo unos a otros, y esto nos provoca placer al ver que el otro está bien jodido…

El cambio no es externo, es interno. Solo nosotros podemos cambiar. De nada sirven las propuestas superficiales, hay que mirar el fondo, y, ¡si es necesario el cambio a toda costa!

“Voy entre pena y pena sonriendo”

El libro de poesía “El rayo que no cesa” de Miguel Hernández me marca “voy entre pena y pena sonriendo”, así nos pasa como sociedad aun en los momentos difíciles vamos sonriendo, hay esperanza pero tenemos que actuar, existen muchos factores que no nos permiten el cambio, pero el cambio esta en nosotros.

Es imperativo ver la luz al final del túnel. Es imperativo un cambio en el que todos nos unamos y reenfoquemos nuestras energías por el bien común, ese bien que tal vez no veremos nosotros, pero lo verán las futuras generaciones dentro de 50 o 100 años.
No podemos darle la espalda a nuestro país. No lo podemos hacer, el país nos necesita en estos momentos, ya que la impunidad campea y esta en el ambiente como el viento.

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